Pourquoi mettre des escargots dans un aquarium ?

Caracoles: ¿por qué son tan indispensables?

F. Mattier

En acuariofilia natural, donde se cuida el equilibrio del acuario ante todo, es inimaginable prescindir de caracoles, ya sea en acuario como en estanque exterior.

¿Pero por qué?

Por supuesto, todos estamos felices de ver llegar una nueva especie a nuestro pequeño ecosistema, y cada nuevo caracol ya es un placer en sí mismo. Tenemos un acuario, es cierto, ante todo para el placer de contemplar un pequeño mundo acuático con sus habitantes que allí evolucionan.

Pero la razón por la cual estos caracoles son indispensables se encuentra en otro lugar.

Como he explicado a menudo, el ciclo biológico de un acuario poblado de peces está roto, no está completo.

Y esto tiene una explicación muy simple: los peces están en el acuario mucho más numerosos que en la naturaleza.

En un estanque en estado natural, cada pez tiene para sí solo, en promedio, entre uno y diez metros cúbicos de agua (es decir, 1.000 a 10.000 litros). Es con esta densidad muy baja que el ecosistema acuático funciona normalmente. La microfauna es abundante, y los peces están en la cima de la cadena alimentaria. Un insecto que pone huevos en un estanque tiene buenas posibilidades de que una parte de su progenie sobreviva a los peces y logre volar algún día.

En un acuario, no.

¡La densidad de peces allí es mil veces más alta!

"Dicho de otra manera, los peces dando vueltas todo el día en un volumen tan pequeño, ninguna criatura apetitosa tiene la más mínima oportunidad de escaparles."

Es exactamente lo mismo que darle un hectárea de pradera a una gallina o solo 10 metros cuadrados todo el año. Pocas posibilidades de que quede un solo brizna de hierba o un gusanito en el segundo caso.

El ciclo biológico acuático, que exige la presencia de una microfauna numerosa y variada, se rompe en el acuario y, por lo tanto, es incompleto.

¡Los peces comen todo lo que tiene el mal sabor de estar vivo y es más grande que una bacteria!

La función de esta microfauna, que es en gran medida «detritívora», no está asegurada.

Y su función es precisamente reducir los desechos orgánicos en partículas que luego pueden ser atacadas por los microbios. En ausencia de estas criaturas, las bacterias se encuentran solas teniendo que degradar sin ayuda elementos orgánicos demasiado grandes y complejos.

Por ejemplo, en la naturaleza, el agua verde es una bendición: ella nonuestra las dafnias, que luego alimentan a los peces que, casualmente, se reproducen al mismo tiempo.

En un acuario, el agua verde se convierte en un problema precisamente porque la más mínima dafnia será engullida antes de comenzar su trabajo. Y el agua será cada vez más verde, hasta que las algas microscópicas que la componen mueran en masa, contaminando gravemente el agua. De ahí el principio de la ZollaBox Agua Clara, que permite dejar trabajar a las dafnias.

Lo mismo ocurre con los cadáveres de peces: los ostrácodos que deberían consumirlos están prohibidos de estancia, devorados demasiado rápido. Solo las asélidos, un poco más grandes y resistentes, logran establecerse si los peces no son demasiado grandes.

Por eso los caracoles son tan valiosos. Forman parte de esos detritívoros, pero son los únicos que pueden mantener a los peces a raya gracias a su concha.

TIENE parte en presencia de los muy raros peces que los devoran, los caracoles pueden trabajar y llevar su vida tranquilamente sin ser devorados. Y son prácticamente los únicos detritívoros que pueden hacerlo.

Por lo tanto, casi únicamente gracias a los caracoles, un acuario con peces puede recuperar un ciclo biológico completo.

Personalmente, le doy la espalda a los caracoles tropicales, exóticos, de los cuales no se sabe qué hacer si se deja la acuariofilia y que a veces colonizan los espacios naturales si se les libera. Este fue el caso de los ampullarias, muy apreciados por los acuaristas y ahora prohibidos por esta razón.

La única excepción que hago a este principio son los melanoides (arriba). Porque no sobreviven el invierno en nuestras latitudes y, por lo tanto, no corren el riesgo de ser invasivos. Y sobre todo, son los únicos que se entierran buena parte del día, asegurando así una función de micro-mezcla del suelo que las plantas aprecian.

De lo contrario, los caracoles cuerno de carnero se han convertido en un clásico del acuario, con sus diferentes variedades de color.

Pero su prima diminuta, la planórbidos, es prácticamente desconocida. Fascinante y discreta, es una verdadera curiosidad de la naturaleza.

La caracol vejiga, pequeña, divertida (¡a veces nada de espaldas!) y respetuosa con las plantas. A diferencia de su prima la gran limnea, que a veces las roía cuando no tiene algas para comer. Ambas se complementan maravillosamente en el estanque, la limnea adorando salir del agua para dormir en una hoja de lechuguilla flotante o en un iris!

En un acuario "de bichos", con o sin camarones pero sin peces, la microfauna puede vivir sin peligro. Todas las especies forman un ballet incesante y ofrecen el espectáculo del ciclo natural.

Pero los caracoles, menos irremplazables en este caso, siguen siendo actores visibles y estéticos de gran valor, añadiendo sus especies a la biodiversidad del conjunto.

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1 comentario

Jen ne loupe aucune de vos présentations .
Simples , précises et agréables à découvrir . MERCI

Patrice Daly

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