Acclimatación: comprender los principios

A menudo me preguntan sobre la aclimatación de las bestiolas de Aquazolla: ¿debemos realizar una aclimatación para estos invertebrados y cómo proceder?

Creo que antes que nada hay que entender a qué corresponde esta necesidad de aclimatación, que conocemos bien por los peces, por ejemplo. Generalmente sabemos cómo hay que hacerlo, pero hay que reconocer que aplicamos reglas aprendidas sin siempre cuestionarnos el porqué.

Por ejemplo, se les ha dicho que hay que igualar las temperaturas muy gradualmente entre el agua de salida y el agua de llegada de un pez. Porque un choque térmico podría ser fatal, incluso de unos pocos grados.

Sin embargo, los acuaristas que sacan sus peces en verano al poubellarium han podido notar algo sorprendente.
De hecho, cuando un pez en la superficie te ve llegar, se sumerge inmediatamente, como lo hacen sus semejantes en la naturaleza. Porque en el poubellarium, los peces vuelven a ser salvajes, para su mayor felicidad.

La diferencia de temperatura entre la superficie y el fondo de un poubellarium a menudo alcanza los 6°C. Y a veces más en un estanque. ¿Cómo es posible que estos peces se inflijan voluntariamente tal diferencia en medio segundo, mientras que se dice que aclimates a los peces que compras? ¿No hay aquí una contradicción?

Para entender, hay que mirar hacia el concepto de estrés.

Hace muchos años, mi trabajo me hacía viajar mucho. Aunque los viajes en avión no me causaban ningún problema desde hacía años, un día, de repente, desarrollé fobia al avión. Dirección al psicólogo, para intentar entender y sobre todo resolver el problema.

Entonces aprendí que el estrés puede ser positivo o negativo según las circunstancias y sobre todo según su acumulación.

En mi caso, volar solía ser agradable, y el despegue o el aterrizaje eran bastante divertidos. Un poco como las personas que adoran las atracciones y las montañas rusas.

Pero cuando la acumulación de estrés en mi vida se volvió importante, cerca de un límite propio de cada uno, cada estrés adicional se volvió nocivo, insoportable. Y el avión, que antes era placentero, se convertía de alguna manera en la gota que colmó el vaso.

Cuando el estrés, por efecto acumulativo, se vuelve demasiado nocivo, ya no se puede absorber y enferma. Puede matar.

Ahora, volvamos a los peces.

Es la experiencia del poubellarium la que me ha permitido cuestionarme y comprender.

"Mi pez al que le ofrezco vacaciones en el jardín ve desaparecer muchos estreses de su vida: iluminación artificial que se enciende y apaga bruscamente, ruido incesante de las bombas, paredes de vidrio desconocidas en la naturaleza y humanos omnipresentes, descubre el viento en la superficie, la lluvia, los bichos que caen al agua, que ponen allí, una comida viva, fresca, infinitamente variada..."

En resumen, él es feliz. Su tolerancia al estrés es máxima, y huir a la vista debe ser divertido para él. ¡Los 6°C soportados en ese momento son incluso "graciosos"!

"El pescado que compras se parece más a mí cuando era infeliz en el trabajo. Cualquier nuevo estrés es entonces demasiado."

Este pez nació y vivió en criaderos asiáticos o checos, en condiciones todo menos naturales, sin decidir nada de su vida, amontonado con una densidad anormal...
Luego hace un viaje, encerrado en bolsas de plástico, después de haber sido perseguido y pescado con una red. El agua se mueve sin cesar.
Llega al mayorista del país de llegada, es recuperado en medio de sus compañeros muertos. Su vida cambia completamente... por solo unas semanas antes de que todo vuelva a empezar: dirección a una tienda de animales.
Luz, temperatura, golpes y movimientos, puntos de referencia espaciales inexistentes en una bolsa blanda: nada que corresponda a sus capacidades.

El pescado que compras no puede soportar el más mínimo estrés adicional y es normal. Se ha vuelto extremadamente frágil, pero nadie puede saber en qué estado se encuentra.

Por eso debemos tratarlo con infinitas precauciones y ahorrarle cualquier nuevo choque: los parámetros del agua, la temperatura, todo debe ser progresivo, su capacidad para adaptarse y "soportar" está muy comprometida. Lo ideal es incluso dejarlo en la oscuridad, aclimatarlo después de que se apagan las luces, en calma.

El verano siguiente, cuando lo veas perseguir las dafnias en su poubellarium en el jardín, ¡no lo reconocerás! Ya no será el mismo y eso se traducirá de manera muy concreta en su salud.

Esta problemática del estrés es la misma para absolutamente todos los seres vivos.

Incluso las plantas, según las especies, pierden sus raíces (el Azolla, la Pistia, etc.) cuando se cambian de medio, para readaptarse. Y es perfectamente normal.

Y no puede ser de otra manera para los invertebrados: camarones y otros crustáceos, caracoles, gusanos, etc.

Es por eso que no recojo sus bestias en mis criaderos hasta el mismo día del envío. Por eso sus asélidos se envían con un tapón de fieltro para que se agarren (esto lo cambia todo para ellas, las tranquiliza). Así, se reduce la cadena de estrés.

Pero después de todo viaje, hay que recuperarse de las emociones. Y usted (como yo) ignora todo sobre el "sentir" del ser vivo que recibe, animal o planta. ¿Qué estrés ha acumulado, visto desde sus "ojos"?

De ahí las recomendaciones de precaución. Por lo tanto, es imposible formular reglas absolutas. La única regla es comprender este principio del estrés acumulado, de la fragilidad particular (y temporal) que esto crea en todo ser vivo, y por lo tanto de la progresividad de los cambios para evitar "la gota que colma el vaso".

La primera cosa que hay que hacer, una vez comprobado que todo está bien, es abrir los paquetes recibidos para reintroducir oxígeno. Luego, eventualmente vaciarlos en un vaso o un bol según las especies, sin luz violenta, dejando que la temperatura evolucione por sí sola. Luego, según tu percepción, el goteo o el intercambio parcial de agua, ya verás.

A continuación, cuando cambie sus asélidos de tanque, se sorprenderá de su tolerancia.

¡Sobre todo si les has ofrecido una vida... sin estrés!